Llevaba varios meses parando en
un bar antes de ir a trabajar para tomar un desayuno ligero, normalmente un
café. Era un establecimiento grande y a las 7 de la mañana estaba de currantes
que van a trabajar: obreros de la construcción, albañiles, pintores,
electricistas, trabajos verticales y gremios similares. Las únicas mujeres suele
ser las camareras. A mí ese ambiente de testosterona pura me encantaba. Había
hombres de todas clases, altos, bajos, gorditos, delgados, rubios, morenos,
guapos, feos, autóctonos y extranjeros.
Pero de todos ellos había uno que
destacaba. Coincidíamos casi todos los días a la misma hora. Era un hombretón
de unos 40 años, moreno, muy moreno, con la barba corta y muy cerrada, de esos
hombres que se tienen que afeitar con hacha. Normalmente tenía cara de pocos
amigos, aunque a veces esbozaba alguna sonrisa, que le hacía más atractivo
todavía
Debía medir unos 1,75 y pesar
sobre los 120 kilos ya que tenía un cuerpo grande, musculado, pero no de
gimnasio, sino por el duro trabajo diario. A me excitaba mucho verle entrar en
el bar, moviendo su tremendo corpachón, observar su enorme culo apretado dentro
de la ropa de trabajo. No le quitaba ojo desde que entraba hasta que salía, aunque
intentaba disimular a duras penas. Incluso uno de esos días, al pasar por
detrás suyo pude ver que su pantalón había cedido, dejando al descubierto una
hermosa y peluda hucha. Aquella visión me volvió loco durante varios días
Aquel día se repitió el ritual de
casi todos los días. Al entrar el grandullón me quedé mirando como pedía un
café cortado y como su precioso su culo se marcaba al apoyarse sobre la barra. Una vez que hubo
pagado se sentó en una mesa cerca de la mía y se pasó diez minutos mirando al
móvil mientras saboreaba el café. Pero esta vez, al levantarse, ocurrió algo
inesperado. Al pasar junto a mí dejó caer un papel sobre mi mesa y siguió hacia
delante. Al principio pensé que se la había caído, pero al ver que se daba la
vuelta y me dedicaba un guiño, me quedé helado. Después se volvió a girar y siguió
hacia la salida, como si no hubiera ocurrido nada.
Presa de los nervios cogí el
papel, que estaba doblado por la mitad, y lo leí: “Si quieres pasar un buen
rato, te espero en la siguiente dirección dentro de diez minutos”. No me podía
creer que me estaba pasando algo así. “No tengo nada que perder” – pensé –
“Quizás sea una broma, pero quien sabe”
Pagué mi café con rapidez y salí
al exterior. El osazo ya se había marchado en su furgoneta y yo me puse a
buscar la dirección con ayuda del Google
Maps. Estaba cerca de allí, a unos diez minutos, en una zona de pabellones.
Me metí en mi coche y me dirigí raudo y veloz al encuentro del punto establecido. Era una zona industrial con cantidad de lonjas y naves industriales, que esas primeras horas de la mañana empezaba a tener actividad. Aparqué detrás de su furgoneta y me dirigí a la puerta indicada. Cada vez estaba más nervioso. Aunque la puerta estaba entreabierta, toqué con los nudillos para indicar mi presencia.
- Pasa, eres bien recibido – pude escuchar su voz grave desde el interior.
Al entrar me lo encontré casi en pelotas, con un bonito bóxer de color naranja que marcaba un voluminoso paquete. El resto era tan hermoso como presuponía o más. Una frondosa capa de vello cubría su fornido pecho y su dura barriga, que estaba coronada por un prominente ombligo. Sus piernas, bien peludas, parecían dos columnas
- Sabía que ibas a venir, lo notaba en tus ojos por la manera de mirarme – y una hermosa sonrisa se dibujó en su duro rostro
La lonja era pequeña, suficiente para guardar el material de trabajo. Y al fondo había un viejo sofá de dos plazas
- Esto me lo dio un cliente que no tenía efectivo para pagarme. Ya sabes como es la vida del autónomo. Lo uso para echar una cabeza de vez en cuando y para otras cosas… - y volvió a sonreírme – Mi nombre es Ricardo, técnico en calefacción, frío y climatización, aunque todo el mundo se queda con lo de "fontanero". Siempre estoy disponible para hacer un buen trabajo y con la mejor herramienta. Y me sonrió mientras se acariciaba el paquete con una de sus enormes manos
- Yo me llamo Jorge y trabajo en un estudio de arquitectura.
Una vez finalizadas las presentaciones, me alargó la mano. Cogió la mía con fuerza y me dio un apretón al mismo tiempo me empujaba hacia él. Su boca y mi boca se encontraron fácilmente y empezamos a besarnos. Mi lengua empezó a explorar dentro de su boca, chocando con la suya, que se movía con violencia dentro de mi boca. Después de un buen rato de morreo, apartó su cara para decir:
- Despelótate, que no tengo mucho tiempo y quiero disfrutar a tope del momento.
En pocos segundos me quité toda la ropa, excepto un pequeño slip negro
- Umm, estás bien bueno, cabroncete. Pareces un osito de peluche con ganas de jugar con papa oso.
- Por supuesto, ¿Por dónde quieres que empiece a jugar? – Le respondí con la mejor de mis sonrisas
- Puedes empezar por aquí – y se agarró el paquete con una de sus manazas, que aunque era grande apenas podía abarcar el voluminoso pedazo de carne
Preso de la glotonería, me agaché ante él y empecé a chupar el paquete por encima de su calzoncillo de algodón. Aunque el tacto con la prenda era agradable no podía esperar a saborear su herramienta. Mis labios necesitaban el contacto con su carne.
Le bajé ligeramente la prenda interior y su hermosa herramienta quedó a la vista. Debía medir más de 20 centímetros y era bien gorda, coronada por un hermoso prepucio rosado. Empezó a golpearme la cara con su polla, mientras yo trataba de atraparla con mi hambrienta boca.
Cuando por fin atrapé la punta con mi boca, Ricardo suspiró y dedicándome la mejor de sus sonrisas, me dijo:
- Cómetela entera, a ver si te cabe todo en la boca
Dicho y hecho. Mi boca avanzó por su tranca, intentando atraparla en su totalidad. A duras penas llegó al base de la misma, mientras su herramienta chocaba con mi paladar. Pero una vez que hube agarrado empecé a succionarla como si fuese un gran biberón.
- Así me gusta cabronazo. Se ve que tenías ganas de tener mi pollón entre tus labios. Sigue así, es toda para ti.
Yo no tuve tiempo de responder ya
que mi único objetivo en ese momento era seguir saboreando su tranca, a la vez
que los gemidos y los jadeos aquel animal era cada vez más expresivo.
- Cómetelas
bien, las tengo bien repletas de leche, esperando que algún animal como tú me
las ordeñe bien
Al escuchar aquellas palabras me
puse más caliente todavía y me metí una de sus pelotas en la boca, para
chuparla bien. Y cuando terminé repetí la misma operación con la otra. Cuando
hubo succionado bien sus testículos, mi voraz lengua se dedicó a lamer sus
ingles y empezó a bajar por una de sus poderosas y peludas piernas. No quería
dejar de disfrutar de ningún rincón de aquel fabuloso cuerpo. Cuando llegué a
los pies, empecé a chupar cada uno de sus dedos. No es que fuese una práctica
que me excitase especialmente, pero estaba tan cachondo, que todo me sabía muy
rico
- Ummm, vaya repaso que me estás dando. Ahora
quiero hacerte gozar, sacándole punta a tu lápiz, aunque me parece por el bulto
de tu slip que es más bien una brocha.
Me agarró con sus fuertes brazos,
me puso de pies y mientras me bajaba la prenda interior con sus poderosas
manos, su boca se abrió para devorar mi tranca. Mi polla despareció entre sus
labios y por un momento pensé que no la iba a recuperar, tal era la voracidad
con la que su boca trataba a mi herramienta. Para acompasar los movimientos
agarré su hermosa cabeza con mis manos, tratando de llevar el control de
aquella bestial mamada. Así estuvimos durante varios minutos, hasta que paró en
seco y se levantó, dedicándome una sonrisa.
Después de un profundo beso, me
dio una fuerte palmada en el culo, empujándome para que me agachara apoyándome
en el sofá
- Vamos
a ver que escondes en ese hermoso culo – me dijo mientras pasaba unos de sus
gruesos dedos por la raja de mi trasero
Él también se agachó y aparto mis
nalgas con fuerza, soltando un fuerte escupitajo que empapó la entrada de mi
cueva. Noté como su lengua se acercaba lentamente, hasta que se introdujo con
fuerza dentro del agujero para esparcir a continuación la saliva que me había
soltado. Mi culo dio un respingo por la sensación placentera que me estaba
dando aquel bestia. Me habían comido el culo muchas veces, pero aquello era
algo especial, algo brutal, tener a aquel animal devorando mi ojete era algo
que no se podía comparar con nada.
De vez en cuando levantaba la
cabeza, gruñía y volvía a la faena, con más ahínco si cabe.
Mi culo estaba hambriento y lo único que podía saciarlo estaba entre sus piernas. Por eso casi imploré:
- ¡Fóllame, necesito sentir tu tranca dentro de mí!
Ricardo volvió a levantar la cabeza y se colocó de pie tras de mí. Me agarró con fuerza por la cintura y poder notar como su dura herramienta chocaba con mi culo. La colocó por encima de mis nalgas y empezó a restregarla con fuerza
- ¿Notas el calor de mi rabo? Está deseando entrar dentro de ti. Y en cuanto esté dentro no tendrá compasión
Nada más terminar sus palabras noté como su ariete empezaba a golpear mi ojete. Aunque me había lubricado bien con la saliva, era tal el grosor de su herramienta que no conseguía penetrar mi culo. El fontanero empujaba su tranca pero hacía tope en la entrada de mi agujero.
- -Ummm…parece que no hemos lubricado suficientemente el ojete. Tranquilo, tengo una solución que nunca falla
Y después de darme una fuerte
palmada en el culo, se levantó para ir a buscar algo a uno de los armarios que
había al fondo le lonja. A los pocos segundos volvió con algo entre las manos. Era
un pequeño bote. Lo abrió y del interior sacó algo que parecía aceite o grasa.
Se embadurnó con él el dedo índice y a continuación lo introdujo dentro de mi
ano. Podía notar como el espeso líquido iba repartiéndose dentro mi culo.
Cuando terminó de masajearme, se sacó el dedo y volvió a meterlo dentro del bote
para untarlo. Esta vez el improvisado lubricante lo usó en la punta de su cipote.
- Ahora creo no habrá problema. Este aceite hace
milagros con los culos que se resisten -
Y soltó una sonora carcajada mientras me agarraba con fuerza de la
cintura
Al principio noté como su polla
se colocaba en la entrada de la cueva, pero esta vez empezó a deslizarse hacia
dentro. Empezó con suavidad hasta que dio un fuerte golpe de riñones, con lo
que se convirtió en una brutal embestida hasta llegar al fondo
Aguanté el dolor del golpe como pude y a partir de ahí me dejé por el placer que me producía tener aquel semental bombeando dentro de mí.
- Joder, cabrón. Vaya culo que tienes. Bien estrechito para darme más gustazo en el rabo. Si te sigo follando así me voy a correr echando hostias. Vamos a cambiar de posición
Sacó su herramienta de mi interior y se sentó en el sofá. Con un golpe brusco me puso de pie y me dio la vuelta
- Siéntate en mi trono, mi rey
Obedecí sin mediar palabra. Me
puse de puntillas y pude notar el extremo superior de su miembro sobre el
agujero. Como ya estaba bien engrasado, no tuve problemas en su pollón se
deslizase dentro de mí, según iba bajando, hasta que hizo tope. En esos
momentos me relajé y empecé a subir y bajar con su miembro bien ensartado
dentro de mí. En esa posición, el fontanero agarró mi polla con fuerza y empezó
a pajearme. Como su mano estaba seca la lubricó con un buen escupitajo y volvió
a la faena
Mi culo estaba ardiendo con
aquella herramienta que se movía dentro de mí como si fuese un pistón
mientras parecía que su encallecida mano
iba a ordeñarme y sacarme toda mi leche.
Menos mal que aquello no duró más de 10 minutos, los suficientes para que ambos estuviéramos empapados en sudor.
- Me encantaría reventarte el culo y llenártelo de leche, pero primero quiero que me des mi merecido.
No sé si le había entendido bien, pero enseguida me lo aclaró
- Antes me conformaba con follarme cualquier niñato. Pero desde hace un tiempo prefiero buscar un buen macho como tú, montarlo bien y que me monte. Quiero tenerte bien dentro de mí, sentir el calor de tu polla y que te corras como un campeón.
Los dos nos levantamos como un resorte del sofá. El fontanero se puso a cuatro patas sobre el suelo. Aunque era un hombre corpulento estaba ágil, seguramente porque por su trabajo estaba acostumbrado a moverse en espacios reducido. Yo me agaché detrás de él. Su enorme culo estaba a pocos centímetros de mi cara. Era un culo bien peludo, con dos hermosas nalgas y en medio una raja en la que asomaba mucho vello negro.
- Es todo tuyo. Estoy deseando que te lo comas, tener tu lengua dentro de mí
Solté un fuerte bufido de
aprobación y separé bien sus nalgas agarrándolas con fuerza. Una vez que el
ojete asomó entre aquel bosque de pelo, le solté un fuerte escupitajo e incrusté
mi cabeza en su culo con la lengua como ariete. La lengua recorrió su cavidad
interna de su ano repartiendo la saliva.
Ricardo empezó a gemir de placer
y a soltar palabras soeces que apenas podía entender. Mientras yo seguía lo
mismo, darle lengüetazos a todas las partes del culo y hundir mi lengua en
aquel maravilloso ojete.
Hubiera estado horas saboreando aquel delicioso manjar, pero mi polla también quería participar en aquella fiesta y el fontanero estaba cada vez más agitado, como si su culo no se conformase con los lametones de mi lengua.
- Ostias cabronazo. Tengo el culo ardiendo y necesito una buena manguera que me lo sofoque – acertó a decir
Casi no le di tiempo a terminar
la frase, porque me puse de pie y agarrándome la polla con una mano, la coloqué
en la entrada de su orificio y empujé con todas mis fuerzas, sin tener ninguna
consideración con él. Aunque al principio parecía resistirse mi rabo entró
hasta el fondo de aquel animal. El semental apretaba los dientes porque sin
lugar a dudas estaba provocándole algo de dolor, pero era demasiado macho para
reconocer cualquier signo de debilidad.
Una vez hube alojado bien mi herramienta en el interior de aquel osazo, empecé a bombearlo, primero con suavidad y luego con toda la fuerza que pude, salvando cualquier reticencia que pudiera haber.
- Así, cabrón. No tengas piedad de este viejo follador. Rómpeme el culo si hace falta. Eres un auténtico bestia. Quiero que me regales toda tu leche calentita.
Aquello actúo como un resorte en
mi cabeza, porque mis pelotas no aguantaban más y note como el semen empezaba
salir de mi depósito para desplazarse por la uretra hasta llegar al capullo,
donde explotó en una corrida brutal. Tenía el capullo tan irritado de tanto restregarlo
con la mano o dentro del culo del fontanero, que el placer se entremezclaba con
el dolor. Una vez que me hube vaciado dentro de la cueva de aquel animal, me
tumbé sobre su enorme y peluda espalda, agotado.
Pero el descanso duró poco. El
fontanero se puso de pie y de un fuerte golpe me tumbó sobre el sofá mirando
hacia arriba.
- Levanta las piernas, quiero follarte cara a cara, viendo la cara que pones cuando me corro dentro de ti
Mi polla seguía dura a pesar del vaciado que le había dado, por lo que empecé a jugar con ella. Mientras el fontanero, elevó mis piernas hasta colocarlas sobre sus poderosos hombros. Se movía rápidamente y para cuando me di cuenta ya tenía su tremendo pollón dentro de di. Ya no hizo falta ningún de lubricante, ya que su tranca entro con facilidad. Empezó a cabalgarme sin piedad, como había hecho yo. Sus pelotas resonaban cuando chocaban con mi culo y sus bufidos eran cada vez más grandes. Sudaba cada vez más y su rostro parecía desencajado. Hasta que cerro los otros y soltó un sonido gutural, casi infrahumano. El volcán había entrado en erupción. El no paraba de golpearme con su polla mientras me llenaba de leche. No sé que cantidad pudo descargar, pero estuvimos un buen rato, hasta que casi completamente exhausto cayó sobre mi pecho. Así estuvimos un buen rato abrazados, casi adormecidos, hasta que el fontanero se levantó de un solo brinco, un tanto alterado.
- ¡Hostias! ¡pero si había quedado hace media hora con un cliente! Menos mal que siempre llevo preparada una buena excusa para estos casos. Pero bueno, que nos quiten lo bailao. El polvazo ha sido de muerte-
- ¡Y tanto! – respondí yo, mientras me incorporaba y trataba de buscar mi ropa, un tanto desperdigada por aquel chamizo
Ambos soltamos una sonora
carcajada antes de despedirnos.
PINONE