lunes, septiembre 18, 2023

DESAYUNO COMPLETO

 


Llevaba varios meses parando en un bar antes de ir a trabajar para tomar un desayuno ligero, normalmente un café. Era un establecimiento grande y a las 7 de la mañana estaba de currantes que van a trabajar: obreros de la construcción, albañiles, pintores, electricistas, trabajos verticales y gremios similares. Las únicas mujeres suele ser las camareras. A mí ese ambiente de testosterona pura me encantaba. Había hombres de todas clases, altos, bajos, gorditos, delgados, rubios, morenos, guapos, feos, autóctonos y extranjeros.

Pero de todos ellos había uno que destacaba. Coincidíamos casi todos los días a la misma hora. Era un hombretón de unos 40 años, moreno, muy moreno, con la barba corta y muy cerrada, de esos hombres que se tienen que afeitar con hacha. Normalmente tenía cara de pocos amigos, aunque a veces esbozaba alguna sonrisa, que le hacía más atractivo todavía

Debía medir unos 1,75 y pesar sobre los 120 kilos ya que tenía un cuerpo grande, musculado, pero no de gimnasio, sino por el duro trabajo diario. A me excitaba mucho verle entrar en el bar, moviendo su tremendo corpachón, observar su enorme culo apretado dentro de la ropa de trabajo. No le quitaba ojo desde que entraba hasta que salía, aunque intentaba disimular a duras penas. Incluso uno de esos días, al pasar por detrás suyo pude ver que su pantalón había cedido, dejando al descubierto una hermosa y peluda hucha. Aquella visión me volvió loco durante varios días

Aquel día se repitió el ritual de casi todos los días. Al entrar el grandullón me quedé mirando como pedía un café cortado y como su precioso su culo se marcaba  al apoyarse sobre la barra. Una vez que hubo pagado se sentó en una mesa cerca de la mía y se pasó diez minutos mirando al móvil mientras saboreaba el café. Pero esta vez, al levantarse, ocurrió algo inesperado. Al pasar junto a mí dejó caer un papel sobre mi mesa y siguió hacia delante. Al principio pensé que se la había caído, pero al ver que se daba la vuelta y me dedicaba un guiño, me quedé helado. Después se volvió a girar y siguió hacia la salida, como si no hubiera ocurrido nada.

Presa de los nervios cogí el papel, que estaba doblado por la mitad, y lo leí: “Si quieres pasar un buen rato, te espero en la siguiente dirección dentro de diez minutos”. No me podía creer que me estaba pasando algo así. “No tengo nada que perder” – pensé – “Quizás sea una broma, pero quien sabe”

Pagué mi café con rapidez y salí al exterior. El osazo ya se había marchado en su furgoneta y yo me puse a buscar la dirección con  ayuda del Google Maps. Estaba cerca de allí, a unos diez minutos, en una zona de pabellones.

Me metí en mi coche y me dirigí raudo y veloz al encuentro del punto establecido. Era una zona industrial con cantidad de lonjas y naves industriales, que esas primeras horas de la mañana empezaba a tener actividad. Aparqué detrás de su furgoneta y me dirigí a la puerta indicada. Cada vez estaba más nervioso. Aunque la puerta estaba entreabierta, toqué con los nudillos para indicar mi presencia.

-  Pasa, eres bien recibido – pude escuchar su voz grave desde el interior.

Al entrar me lo encontré casi en pelotas, con un bonito bóxer de color naranja que marcaba un voluminoso paquete. El resto era tan hermoso como presuponía o más. Una frondosa capa de vello cubría su fornido pecho y su dura barriga, que estaba coronada por un prominente ombligo. Sus piernas, bien peludas, parecían dos columnas 

-  Sabía que ibas a venir, lo notaba en tus ojos por la manera de mirarme – y una hermosa sonrisa se dibujó en su duro rostro

La lonja era pequeña, suficiente para guardar el material de trabajo. Y al fondo había un viejo sofá de dos plazas

-  Esto me lo dio un cliente que no tenía efectivo para pagarme. Ya sabes como es la vida del autónomo. Lo uso para echar una cabeza de vez en cuando y para otras cosas… - y volvió a sonreírme – Mi nombre es Ricardo, técnico en calefacción, frío y climatización, aunque todo el mundo se queda con lo de "fontanero". Siempre estoy disponible para hacer un buen trabajo y con la mejor herramienta. Y me sonrió mientras se acariciaba el paquete con una de sus enormes manos

- Yo me llamo Jorge y trabajo en un estudio de arquitectura.

Una vez finalizadas las  presentaciones, me alargó la mano. Cogió la mía con fuerza y me dio un apretón al mismo tiempo me empujaba hacia él. Su boca y mi boca se encontraron fácilmente y empezamos a besarnos. Mi lengua empezó a explorar dentro de su boca, chocando con la suya, que se movía con violencia dentro de mi boca. Después de un buen rato de morreo, apartó su cara para decir:

-  Despelótate, que no tengo mucho tiempo y quiero disfrutar a tope del momento.

En pocos segundos me quité toda la ropa, excepto un pequeño slip negro

-  Umm, estás bien bueno, cabroncete. Pareces un osito de peluche con ganas de jugar con papa oso.

-  Por supuesto, ¿Por dónde quieres que empiece a jugar? – Le respondí con la mejor de mis sonrisas

-  Puedes empezar por aquí – y se agarró el paquete con una de sus manazas, que aunque era grande apenas podía abarcar el voluminoso pedazo de carne

Preso de la glotonería, me agaché ante él y empecé a chupar el paquete por encima de su calzoncillo de algodón. Aunque el tacto con la prenda era agradable no podía esperar a saborear su herramienta. Mis labios necesitaban el contacto con su carne.

Le bajé ligeramente la prenda interior y su hermosa herramienta quedó a la vista. Debía medir más de 20 centímetros y era bien gorda, coronada por un hermoso prepucio rosado. Empezó a golpearme la cara con su polla, mientras yo trataba de atraparla con mi hambrienta boca.

Cuando por fin atrapé la punta con mi boca, Ricardo suspiró y dedicándome la mejor de sus sonrisas, me dijo:

-  Cómetela entera, a ver si te cabe todo en la boca

Dicho y hecho. Mi boca avanzó por su tranca, intentando atraparla en su totalidad. A duras penas llegó al base de la misma, mientras su herramienta chocaba con mi paladar. Pero una vez que hube agarrado empecé a succionarla como si fuese un gran biberón.

-  Así me gusta cabronazo. Se ve que tenías ganas de tener mi pollón entre tus labios. Sigue así, es toda para ti.

Yo no tuve tiempo de responder ya que mi único objetivo en ese momento era seguir saboreando su tranca, a la vez que los gemidos y los jadeos aquel animal era cada vez más expresivo.

Aquello duró varios minutos hasta que saqué su polla de mi boca y después de dedicarle una de mis mejores sonrisas, mi lengua empezó a lamer una de sus enormes pelotas.

-  Cómetelas bien, las tengo bien repletas de leche, esperando que algún animal como tú me las ordeñe bien

Al escuchar aquellas palabras me puse más caliente todavía y me metí una de sus pelotas en la boca, para chuparla bien. Y cuando terminé repetí la misma operación con la otra. Cuando hubo succionado bien sus testículos, mi voraz lengua se dedicó a lamer sus ingles y empezó a bajar por una de sus poderosas y peludas piernas. No quería dejar de disfrutar de ningún rincón de aquel fabuloso cuerpo. Cuando llegué a los pies, empecé a chupar cada uno de sus dedos. No es que fuese una práctica que me excitase especialmente, pero estaba tan cachondo, que todo me sabía muy rico

 Ummm, vaya repaso que me estás dando. Ahora quiero hacerte gozar, sacándole punta a tu lápiz, aunque me parece por el bulto de tu slip que es más bien una brocha.

Me agarró con sus fuertes brazos, me puso de pies y mientras me bajaba la prenda interior con sus poderosas manos, su boca se abrió para devorar mi tranca. Mi polla despareció entre sus labios y por un momento pensé que no la iba a recuperar, tal era la voracidad con la que su boca trataba a mi herramienta. Para acompasar los movimientos agarré su hermosa cabeza con mis manos, tratando de llevar el control de aquella bestial mamada. Así estuvimos durante varios minutos, hasta que paró en seco y se levantó, dedicándome una sonrisa.

Después de un profundo beso, me dio una fuerte palmada en el culo, empujándome para que me agachara apoyándome en el sofá

-  Vamos a ver que escondes en ese hermoso culo – me dijo mientras pasaba unos de sus gruesos dedos por la raja de mi trasero

Él también se agachó y aparto mis nalgas con fuerza, soltando un fuerte escupitajo que empapó la entrada de mi cueva. Noté como su lengua se acercaba lentamente, hasta que se introdujo con fuerza dentro del agujero para esparcir a continuación la saliva que me había soltado. Mi culo dio un respingo por la sensación placentera que me estaba dando aquel bestia. Me habían comido el culo muchas veces, pero aquello era algo especial, algo brutal, tener a aquel animal devorando mi ojete era algo que no se podía comparar con nada.

De vez en cuando levantaba la cabeza, gruñía y volvía a la faena, con más ahínco si cabe.

Mi culo estaba hambriento y lo único que podía saciarlo estaba entre sus piernas. Por eso casi imploré:

-   ¡Fóllame, necesito sentir tu tranca dentro de mí!

Ricardo volvió a levantar la cabeza y se colocó de pie tras de mí. Me agarró con fuerza por la cintura y poder notar como su dura herramienta chocaba con mi culo. La colocó por encima de mis nalgas y empezó a restregarla con fuerza

-   ¿Notas el calor de mi rabo? Está deseando entrar dentro de ti. Y en cuanto esté dentro no tendrá compasión

Nada más terminar sus palabras noté como su ariete empezaba a golpear mi ojete. Aunque me había lubricado bien con la saliva, era tal el grosor de su herramienta que no conseguía penetrar mi culo. El fontanero empujaba su tranca pero hacía tope en la entrada de mi agujero.

-   -Ummm…parece que no hemos lubricado suficientemente el ojete. Tranquilo, tengo una solución que nunca falla

Y después de darme una fuerte palmada en el culo, se levantó para ir a buscar algo a uno de los armarios que había al fondo le lonja. A los pocos segundos volvió con algo entre las manos. Era un pequeño bote. Lo abrió y del interior sacó algo que parecía aceite o grasa. Se embadurnó con él el dedo índice y a continuación lo introdujo dentro de mi ano. Podía notar como el espeso líquido iba repartiéndose dentro mi culo. Cuando terminó de masajearme, se sacó el dedo y volvió a meterlo dentro del bote para untarlo. Esta vez el improvisado lubricante lo usó en la punta de  su cipote.

   - Ahora creo no habrá problema. Este aceite hace milagros con los culos que se resisten -  Y soltó una sonora carcajada mientras me agarraba con fuerza de la cintura

Al principio noté como su polla se colocaba en la entrada de la cueva, pero esta vez empezó a deslizarse hacia dentro. Empezó con suavidad hasta que dio un fuerte golpe de riñones, con lo que se convirtió en una brutal embestida hasta llegar al fondo

Aguanté el dolor del golpe como pude y a partir de ahí me dejé por el placer que me producía tener aquel semental bombeando dentro de mí. 

-  Joder, cabrón. Vaya culo que tienes. Bien estrechito para darme más gustazo en el rabo. Si te sigo follando así me voy a correr echando hostias. Vamos a cambiar de posición

Sacó su herramienta de mi interior y se sentó en el sofá. Con un golpe brusco me puso de pie y me dio la vuelta

- Siéntate en mi trono, mi rey

Obedecí sin mediar palabra. Me puse de puntillas y pude notar el extremo superior de su miembro sobre el agujero. Como ya estaba bien engrasado, no tuve problemas en su pollón se deslizase dentro de mí, según iba bajando, hasta que hizo tope. En esos momentos me relajé y empecé a subir y bajar con su miembro bien ensartado dentro de mí. En esa posición, el fontanero agarró mi polla con fuerza y empezó a pajearme. Como su mano estaba seca la lubricó con un buen escupitajo y volvió a la faena

Mi culo estaba ardiendo con aquella herramienta que se movía dentro de mí como si fuese un pistón mientras  parecía que su encallecida mano iba a ordeñarme y sacarme toda mi leche.

Menos mal que aquello no duró más de 10 minutos, los suficientes para que ambos estuviéramos empapados en sudor. 

- Me encantaría reventarte el culo y llenártelo de leche, pero primero quiero que me des mi merecido.

No sé si le había entendido bien, pero enseguida me lo aclaró

- Antes me conformaba con follarme cualquier niñato. Pero desde hace un tiempo prefiero buscar un buen macho como tú, montarlo bien y que me monte. Quiero tenerte bien dentro de mí, sentir el calor de tu polla y que te corras como un campeón.

Los dos nos levantamos como un resorte  del sofá. El fontanero se puso a cuatro patas sobre el suelo. Aunque era un hombre corpulento estaba ágil, seguramente porque por su trabajo estaba acostumbrado a moverse en espacios reducido. Yo me agaché detrás de él. Su enorme culo estaba a pocos centímetros de mi cara. Era un culo bien peludo, con dos hermosas nalgas y en medio una raja en la que asomaba mucho vello negro.

- Es todo tuyo. Estoy deseando que te lo comas, tener tu lengua dentro de mí

Solté un fuerte bufido de aprobación y separé bien sus nalgas agarrándolas con fuerza. Una vez que el ojete asomó entre aquel bosque de pelo, le solté un fuerte escupitajo e incrusté mi cabeza en su culo con la lengua como ariete. La lengua recorrió su cavidad interna de su ano repartiendo la saliva.

Ricardo empezó a gemir de placer y a soltar palabras soeces que apenas podía entender. Mientras yo seguía lo mismo, darle lengüetazos a todas las partes del culo y hundir mi lengua en aquel maravilloso ojete.

Hubiera estado horas saboreando aquel delicioso manjar, pero mi polla también quería participar en aquella fiesta y el fontanero estaba cada vez más agitado, como si su culo no se conformase con los lametones de mi lengua.

Ostias cabronazo. Tengo el culo ardiendo y necesito una buena manguera que me lo sofoque – acertó a decir

Casi no le di tiempo a terminar la frase, porque me puse de pie y agarrándome la polla con una mano, la coloqué en la entrada de su orificio y empujé con todas mis fuerzas, sin tener ninguna consideración con él. Aunque al principio parecía resistirse mi rabo entró hasta el fondo de aquel animal. El semental apretaba los dientes porque sin lugar a dudas estaba provocándole algo de dolor, pero era demasiado macho para reconocer cualquier signo de debilidad.

Una vez hube alojado bien mi herramienta en el interior de aquel osazo, empecé a bombearlo, primero con suavidad y luego con toda la fuerza que pude, salvando cualquier reticencia que pudiera haber.

Así, cabrón. No tengas piedad de este viejo follador. Rómpeme el culo si hace falta. Eres un auténtico bestia. Quiero que me regales toda tu leche calentita.

Aquello actúo como un resorte en mi cabeza, porque mis pelotas no aguantaban más y note como el semen empezaba salir de mi depósito para desplazarse por la uretra hasta llegar al capullo, donde explotó en una corrida brutal. Tenía el capullo tan irritado de tanto restregarlo con la mano o dentro del culo del fontanero, que el placer se entremezclaba con el dolor. Una vez que me hube vaciado dentro de la cueva de aquel animal, me tumbé sobre su enorme y peluda espalda, agotado.

Pero el descanso duró poco. El fontanero se puso de pie y de un fuerte golpe me tumbó sobre el sofá mirando hacia arriba.

- Levanta las piernas, quiero follarte cara a cara, viendo la cara que pones cuando me corro dentro de ti

Mi polla seguía dura a pesar del vaciado que le había dado, por lo que empecé a jugar con ella. Mientras el fontanero, elevó mis piernas hasta colocarlas sobre sus poderosos hombros. Se movía rápidamente y para cuando me di cuenta ya tenía su tremendo pollón dentro de di. Ya no hizo falta ningún de lubricante, ya que su tranca entro con facilidad. Empezó a cabalgarme sin piedad, como había hecho yo. Sus pelotas resonaban cuando chocaban con mi culo y sus bufidos eran cada vez más grandes. Sudaba cada vez más y su rostro parecía desencajado. Hasta que cerro los otros y soltó un sonido gutural, casi infrahumano. El volcán había entrado en erupción. El no paraba de golpearme con su polla mientras me llenaba de leche. No sé que cantidad pudo descargar, pero estuvimos un buen rato, hasta que casi completamente exhausto cayó sobre mi pecho. Así estuvimos un buen rato abrazados, casi adormecidos, hasta que el fontanero se levantó de un solo brinco, un tanto alterado. 

- ¡Hostias!  ¡pero si había quedado hace media hora con un cliente! Menos mal que siempre llevo preparada una buena excusa para estos casos. Pero bueno, que nos quiten lo bailao. El polvazo ha sido de muerte-

- ¡Y tanto! – respondí yo, mientras me incorporaba y trataba de buscar mi ropa, un tanto desperdigada por aquel chamizo

 Como no teníamos tiempo para ducharnos nos lavamos un poco en el lavabo que tenía al fondo y salimos a la calle, cada uno en dirección a su trabajo

 -   Un placer. Volveremos a repetirlo, con más tiempo – me guiñó un ojo mientras de daba un fuerte apretón de manos

 - Por supuesto. Y muchas gracias por este desayuno completo que me has ofrecido

Ambos soltamos una sonora carcajada antes de despedirnos.

PINONE