Aquel día,
como otros tantos, estaba en la sección de textil y vi unas gafas de sol muy
guapas. Miré el precio y ¡uff! era demasiado para mí. Así que ni corto ni
perezoso, las cogí disimuladamente y me las metí en la cazadora. Pero en ese
mismo momento, noté una mano que me agarraba fuertemente por el hombre. El
susto fue de muerte.
- Por fin, te pillé.- dijo una voz
ronca, indicando satisfacción.
Sin haberme
recuperado todavía de la impresión giré la cabeza y me encontré con un
mastodonte imponente que me penetraba con su mirada y me sonreía
maliciosamente. El vigilante jurado era un verdadero armario. Mucho más alto
que yo y con una corpulencia que hacía sombra a cualquiera. Era moreno,
con ojos oscuros y lucía una barba
corta. Tenía cara de pocos amigos.
- Creo que por fin te he cogido
con las manos en la masa. ¡Vamos! Te voy a dar un escarmiento.- y sin que me
dejara decir nada, me empujó hacia un pequeño habitáculo, una especie de
trastero con poca luz.
- Contra la pared. Abre esas
piernas.- me ordenó con su profunda voz
A continuación
me registró. Yo estaba muy acojonado, sólo de pensar en lo que me podría pasar. Aquel animal parecía fuera de sí y capaz de
hacerme cualquier cosa. Por no hablar de la paliza que me daría mi padre, en
cuanto se enterase. Su hijo, ¡un vulgar ratero!.
El vigilante
hurgó dentro de mis bolsillos y, sin ningún rubor, me palmeó el trasero y el
paquete. Luego me empujó hacia una silla destartalada que había por allí.
- Sabes que hace mucho tiempo que
vengo siguiéndote. Siempre sospeché que era un ladrón y hoy, por fin, tengo la
evidencia. Esto puede costarte caro...
- ¡Es la primera vez! ¡Se lo
juro!
- ¡Bastardo mentiroso! Es la
primera vez que te cogen. ¿Sabes que podría denunciarte?
- ¡No, por favor! ¡Deme una
oportunidad! ¡Le prometo que nunca lo volveré a hacer! ¡Si mi padre se
enterase, me mataría!.- le supliqué, casi llorando.
El vigilante
se alzaba ante mí. Su paquete estaba a la altura de mis ojos y no pude dejar de
darme cuenta del tamaño que tenía...
- Creo
que necesitas un buen escarmiento para que no vayas cogiendo por ahí lo que no
te pertenece.
- Hágame lo que quiera, pero no
se lo diga a nadie. ¡Sería el fin para mí!
- O sea, que estás dispuesto a
hacer cualquier cosa con tal de que no te denuncie.- y empezó a dar vueltas a
mi alrededor, lentamente. A pesar de mi nerviosismo, pude observar su enorme
trasero, perfectamente marcado por el uniforme
- ¿Te gustaría chuparme la polla?
Si eres un vulgar ratero, seguro que también vas por ahí chupando pollas por 4
duros.
- No, señor, no soy un chapero.
- Pues esta vez creo que no
tienes elección.
Entonces, los
ojos casi se me salen de las órbitas cuando el vigilante se bajó la cremallera
del pantalón, y sacó al aire, su enorme polla. Era gorda y sin circuncidar,
aunque el capullo asomaba, desafiante,
entre los pliegues del prepucio. Era la polla más de macho que había
visto en mi vida
- ¿Quieres chupármela o no?
- Haré lo que sea, si me deja ir,
señor.
- ¡Así me gusta!..- rugió el
vigilante
Estaba
tembloroso, nervioso y muy caliente. Me dio un bofetón en la cara con su
hinchado miembro. Debía tener casi un palmo de largo, y era realmente grueso.
- ¡Chúpala, niñato! Chupa la
polla de un hombre de verdad.
Saqué la
lengua y la pasé por la sonrosada cabeza del pene. La notaba caliente y
esponjosa.
- Vamos, rodea con esos dulces
labios de mozalbete mi polla. ¡Oh, sí! ¡Chupa, delincuente, chupa! ¡Chúpame la
polla!
Subí y bajé mi
cabeza, a lo largo del pene del vigilante, excitado por el calor y la fuerza de
su hinchada carne. Él me agarró por los rizos y me hincó el miembro en la
garganta. Por un momento me dieron arcadas hasta que se apartó un poco, para no
ahogarme.
Liberó sus peludas y gruesas
pelotas de sus calzoncillos.
- Voy a dejarte lamer mis
pelotas, quiero que me las comas.
Lamí sus cojones, bañándolos con
mi saliva.
- Cómete mis huevos
Logré meter en
mi boca sus huevazos, y los giré por dentro. Después los mordisqueé y relamí.
Eso sí que le puso como una moto.
- Ahora vuelve a dedicarte a mi
polla.
Loco de pasión
y ardiente de deseo, me abalancé sobre su grueso pene. Pasé la lengua a todo lo
largo, y luego me lo tragué entero,
hasta lo más hondo. Esta vez no tuve arcadas. Y, a pesar de mi inexperiencia,
seguí tragándome su pijo, hasta que sentí como la punta me rozaba las
amígdalas. Su densa pelambrera me hacía cosquillas en la nariz.
Su polla estaba
tan dura como una piedra y la metía y sacaba de mi boca, perforándome hasta la
garganta. Mi propia polla tenía espasmos dentro de mi calzoncillo, pero me dije
que tenía que hacerle correrse a él, antes que correrme yo. Primero el deber, y
luego el placer.
- Lo estás haciendo bien para ser un principiante,
chaval. Sigue chupándomela...¡Eso es...me voy a correr!
Fieros
borbotones de semen de vigilante estallaron dentro de mi boca. Y la explosión
de su pene fue el gatillo que hizo estallar el mío. Me manché los pantalones de
pegajosa corrida. Luego, después de soltar mi carga, me quedé sudoroso y
jadeante.
- ¿Te has corrido, cabroncete?
- Sí, señor.
- Déjame ver. Ponte en pie.
Me desabrochó
los tejanos y me bajó los calzoncillos. Mi polla estaba aún erecta y cubierta
de semen.
- Tienes un buen aparato, je ,
je.- comentó mientras se pasaba la lengua por los labios.
- Pues cuando estoy realmente
caliente, se pone aún mayor antes de correrme.
- Una polla de hombre en un
chaval, y delincuente...
- Esto...¿puedo irme ya, señor
agente?
- Humm....estás metido en un buen
lío y no voy a dejarte escapar, ahora que te tengo bien agarrado. Ni hablar.
Inclínate hacia delante. Déjame ver tu culo.
Me agarró las
manos y me empujó la cabeza hacia delante. Luego entreabrió mis nalgas.
- Parece que tienes un ojete
apretado. ¿Seguro que eres virgen por ahí?
- Si, señor.- respondí
atemorizado.
Hurgó en mi
agujero con los dedos. Nunca antes me había dado cuenta de lo sensible que
tenía el ano: se estremeció, como con vida propia, ante su toque. Noté una cosa
fría y dura que me tocaba la raja. No podía ser su polla, así que mirando por
encima del hombro vi que era su porra.
- No me haga daño.- supliqué
- Podría violarte con esta porra.
- Oh, no, por favor. ¡Me moriría!
- Relájate. Por esta vez,
utilizaré mi cipote.
- ¡Pero si no quiero que me dé
por el culo!.- Grité asustado.
- Claro que quieres, a todos los
mariconcetes como tú les gusta que se la metan por detrás. Además, te prometo
que mi polla te volverá loco.
- Por favor, señor: haré
cualquier cosa, pero no me dé por el culo...no lo soportaría.
El mastodonte
me agarró del pelo con violencia y tiró hacia atrás. Acercó su boca a mi oído y
me dijo:
- Quieres hacer el amor con un
hombre de verdad, pero tienes miedo a no poder aguantarlo. ¡Madura chaval! La
vida es jodidamente dura y que saber hacerle frente. Mereces un escarmiento por
ser un ladronzuelo de poca monta.
- ¿Qué es lo que te mereces,
delincuente?
- Un castigo, señor
- ¿Y cómo quieres que te castigue?
- Dándome por culo, señor.-
respondí, y sumisamente, me incliné sobre el escritorio, mientras le ofrecía al
vigilante el rosado agujero de mi ano virgen.
- Tienes un culo delicioso, con
ano pequeñito y rosado, que hay que abrir, que debe ser desvirgado por una
buena polla como la mía.
- Hágalo, señor.- imploré, cada
vez más impaciente.
El vigilante
rugió y se colocó un preservativo en la polla. Todo aquel preparativo le había
puesto el pijo duro como una barra de acero.
Tomó mi propio
semen, que aún manchaba mis calzoncillos, y me lo metió por el agujero del
culo. Iba a ser enculado por primera vez, y con mi propio semen como
lubrificante. Acercó su boca a mi raja y añadió a la mezcla lubrificante una
par de buenos escupitajos. Yo tenía miedo a mirar había atrás, por no ver el
tremendo tamaño de su erección.
- ¿Dispuesto para ser follado,
chaval?
- Sí señor.
Me abofeteó
las nalgas con su aparato sólo para que me enterase de lo grande y duro que era
lo que me iba a meter dentro. Luego frotó mi raja con su polla envuelta en un
condón. La notaba como un palo, un palo que me fue abriendo el ojete...
- Metámela dentro, señor.
Su gigantesco
pene agrandaba mi agujero, y, poco a poco fue entrando en la cavidad. Noté como
si me hubiera arponeado.
- Es demasiado grande y estoy
demasiado seco.¡Me va a matar!
Se quedó un
momento quieto y me dio unas fuertes palmadas en las nalgas. Relajé el culo, y
los músculos de las nalgas dejaron de estar contraídos. Estaba repleto con la
picha del vigilante. Seguro que no hubiera notado mayor o más dura su porra.
Al poco,
desapareció el dolor de la penetración y, cuando comprendí realmente que iba a
ser follado por primera vez, y que quien me iba a follar era un tío tan bestia
como aquel, de mi pene empezó a escaparse un hilillo de líquido preseminal.
Moví el culo y empecé a ayudarle
echándome hacia atrás.
- Jódame bien jodido. Jódame con
su enorme y dura polla.
Fue
empujándome lenta, pero profundamente, con golpes de riñón que me abrían el
culo. Tenía el agujero ardiendo. Me daba por culo como si fuera una máquina de
follar, un Terminator sexual. Y cuando ya tuvo mi culo bien colocado, me
alzó y empezó a perforarme como un martillo neumático.
- ¿Te gusta, eh, delincuente? No
me sorprende: a todos les gusta mi polla. Y la verdad es que ni una puta puede
recibirlo como lo hace el culo de un chaval, una vez que lo he relajado.
- No puedo creer que realmente me
esté pasando esto – musité – que me esté dando por culo todo un machote de
vigilante como usted.
- Disfrútalo, chaval. Y esto sólo
es el principio. Con un culito caliente y apretado como el que tienes, vas a
tener el ano lleno de polla todo el resto de tu vida.
Me estremecí y
gemí, mientras aquel animal me perforaba
el culo. Estaba empapado de sudor y me encantaba notar el roce de su uniforme,
de sus correajes de cuero contra mi cuerpo desnudo. Sus grandes y peludas
pelotas golpeaban contra las mías, más suaves y pequeñas.
- Prepárate cabronazo, porque
estoy a punto de dispararte.- me avisó entre jadeos.
Juro que pude
notar como el flujo de semen surgía dentro de sus pelotas. Su polla estaba tan
hincada dentro de mi culo, que la punta me golpeó la próstata e hizo, que a mi
vez, también soltase mi descarga. Y los labios de mi agujero se agarraban
frenéticamente a su pijo, mientras él escupía ardientes chorros de semen.
Su pene se
desinfló un poco y se deslizó hacia fuera. Se quitó el condón y soltó las
últimas gotas de su descomunal corrida sobre mi espalda, mientras me aporreaba
con su tranca.
Una vez hubo descargado
las marmitas, volvió a meterse la polla en los pantalones del uniforme.
Aún sin
recuperarme de mi corrida, el vigilante volvió a agarrarme violentamente por la
cabellera, y me dijo con un tono de voz solemne:
- Si te vuelo a atrapar robando,
te vas a enterar de lo que es bueno. Esto sólo ha sido una muestra de las cosas
que te podría hacer...no sé si me entiendes....
No hay, que
decirlo, en un par de días, en cuanto dejó de escocerme el culo, ya estaba de
nuevo en el centro comercial, llevando a cabo mis pequeños hurtos, esperando
que el vigilante me atrapase y volviese a castigarme.
PINONE
No hay comentarios:
Publicar un comentario