domingo, agosto 05, 2018

ENTREGA EQUIVOCADA



Desde que me trasladé a vivir a aquel piso, el vecino del 4º me volvía loco. Yo vivía en el 3º piso y coincidíamos muchas veces en el ascensor. Era un tio muy grande, con barba, que normalmente vestía de manera bastante informal con vaqueros y camisas de leñador. Rara vez llevaba ropa de abrigo y es que con aquel cuerpazo no debía pasar frío, fantaseaba yo. Aunque tenía un aspecto bastante fiero, siempre te sonreía al coincidir en el ascensor.

En el ascensor, solo hablábamos del tiempo y cosas similares, como hace la mayoría de los vecinos en estas situaciones, pero siempre era agradable escuchar su voz grave, que en las distancias cortas,  impone bastante.

Al poco tiempo supe que estaba casado y tenía dos hijos, lo que hizo que tuviese envidia de aquella mujer que podía disponer de la compañía de aquella bestia noche sí  y noche también.  De hecho, me lo imaginaba cada noche montado sobre ella, retozando como un animal.

Una tarde de verano me lo encontré en el ascensor. Hacía bastante calor y además de los consabidos vaqueros sólo llevaba una camiseta de tirantes, con algunas manchas de sudor. Por si fuera poco la camiseta le marcaba dos enormes pezones. Yo me quedé embobado ante aquella visión y sólo desperté cuando empezó a hablarme, con  una sonrisa maliciosa, como de complicidad.

-   Vecino, ayer por la tarde trajeron un paquete a casa y lo abrí sin mirar el destinatario. El cartero se debió de confundir ya que era para ti. Ya lo siento – y me sonrió

En ese momento me quedé helado porque lo que estaba esperando era … un juguete erótico. Me ruboricé completamente al descubrir que el vecino había visto aquello.

-  No pasa nada – acerté a balbucear – son cosas que pasan

-  Tranquilo,  ahora mismo te lo bajo y se deshace el malentendido

-  Gracias – y bajé en mi piso, todavía un poco anodadado por lo que me había contado.

A los dos minutos sonó el timbre. Abrí la puerta y allí lo tenía, imponente como siempre con una camisa de cuadros y una cazadora vaquera. Y mi paquete en la mano. Lo había cerrado de nuevo, pero por su sonrisa estaba claro que sabía lo que era.

-  No está mal el juguetito, buen calibre, pero si quieres algo bueno y más real yo te lo puedo dar – Y mientras me guiñaba un ojo se acercó y empezó a comerme la boca mientras me sujetaba con sus poderosos brazos.

Yo me quedé un poco asustado al principio por la reacción del vecino, pero en cuanto comprendí que mi sueño se había hecho realidad, empecé a besarle con intensidad, como deseando que aquel momento no finalizase nunca.

Quería tenerlo para mi solo y empecé a acariciar su peludo pecho que asomaba sobre la camiseta de tirantes. Atrapé su cabeza con la boca y empecé a mordisquearle el pelo, el cuello, las orejas…. Lo quería todo para mí

- Veo que estás hambriento- Tranquilo que conmigo tendrás carne para dar y tomar.

El desabrochó los botones de mi camisa mientras se deshacía de su camiseta, cada vez más empapada de sudor.  Ante mí apareció un cuerpo enorme, musculado por el duro trabajo y  cubierto por una espesa mata de pelo. Su barriga era bastante prominente, pero dura como el acero.

Mi siguiente objetivo fue su axila, que estaba bien sudada después de un día de trabajo. Pero no me importó el fuerte olor, más bien todavía me excito más y me dediqué a chuparlo una y otra vez.

-  Ha llegado el momento de que saborees también mi herramienta – y en un rápido movimiento dejó caer los pantalones.

Como no llevaba gallumbos, su polla apareció ante mí, dura como una piedra, coronada por un gordo capullo. Gastaba una buena tranca, de cerca de 20 centímetros y bien gruesa, como tantas veces había soñado.

Yo también me bajé los pantalones y me agaché ante él como si de un altar se tratase atrapando su polla con mi boca.

-  Seguro que está mucho mejor que tu juguete de látex. Tratala bien que tiene muchas ganas de jugar – y soltó una sonora carcajada

No tuve tiempo de contestarle y seguí con mi labor de succionar aquella hermosa herramienta, una y otra vez, mientras mis manos acariciaban su enorme y peludo trasero

Así estuvimos un buen rato, yo devorándole el miembro y el retorciéndose de gusto mientras soltaba palabras obscenas, hasta que me puse de pies y el hice una señal para que se dirigiera a mi habitación. El hombretón obedeció sin rechistar y empezó a avanzar por el pasillo. Yo iba detrás suyo y podía observar su enorme espalda y un enorme culo, que se balanceaba al caminar.

Nada más llegar a la habitación y sin mediar palabra, se tiró sobre la cama y yo sobre él. La cama apenas pudo soportar los 250 kilos de peso que le cayeron encima de golpe, pero aunque se hubiera roto seguro que no hubiésemos parado. Volví a meterme su enorme tranca en la boca, mientras mis manos recorrían su peludo cuerpo, de arriaba abajo.

- Joder tío! Eres increíble comiendo la polla. Si llego a saber que tenía algo así tan cerca, ya te hubiese pillado antes


En ese momento agarré la parte inferior de su rabo con fuerza y empecé a comerme sus descomunales huevos. Y es que aquello debían ser dos grandes depósitos de leche. Después de darles unos buenos lengüetazos y metérmelos en la boca, los solté y agarrando con fuerza sus piernas las elevé levemente. La entrada de su cueva quedó enfrente de mi rostro. Era un culo peludo, como el resto del cuerpo y le pegué un fuerte lametazo hasta hundir mi lengua todo lo que pude. Encontré el ojete y recorrí el contorno del orificio hasta introducir la punta en él.

- Hostias!! Esto es lo que necesitaba. Que me comiesen bien el culo!! – Y se retorció sobre la cama – Sigue así, no pares

Y yo seguí así durante varios e interminables minutos, saboreando aquel delicioso manjar mientras el animal de mi vecino no dejaba de gruñir bien abierto de piernas sobre mi cama.

A continuación me levanté y me puse sobre él. Primero nos abrazamos y nos comimos la boca y después me puse sobre él a horcajadas, para que atrapara mi polla con su boca. De pronto sentí como si un sonda estuviera absorbiendo mi tranca, tal era la avidez con la que mi vecino tragaba la herramienta. Solo descanso un momento para mirar la polla y decirme, mientras sonreía.

-  Creía que yo tenía la polla más gorda del vecindario, pero ya veo que tengo una dura competencia – y volvió a su trabajo de devorarme el cipote.

Mientras el seguía comiéndome la polla eché mi mano hacia atrás y le agarré la estaca y empecé a meneársela de abajo hacia arriba. Después de un buen rato, me dí la vuelta y me tumbé encima de él, para hacer un 69. Me metí la polla en la boca, mientras que mi culo quedaba justo encima de su cara.

En pocos segundos su experta lengua empezó a dar lametazos en mi culo, para terminar arponeando la entrada de mi culo, sin dejar de gruñir en ningún momento. Aquella sensación tan agradable en mi ojete hacia que mis chupadas fuesen más intensas.

Así estuvimos durante un buen rato, yo degustando su rabo y el merendándose mi culo. Hasta que volvía a darme la vuelta para situarme otra vez sobre él a horcajadas.

-  Quieres subirte a mi trono? – Me preguntó malicioso mientras me sonreía.

- Lo llevo deseando desde que me encontré contigo la primera vez en el ascensor – Le respondí, poniendo cara de vicio.

- Pues es todo tuya - Y se estiró bien sobre la cama para estar más cómodo.

Yo levanté el culo y lo puse sobre la punta de su cipote, que agarrré con la mano izquierda para facilitar la maniobra de penetración. El vecino había hecho un buen trabajo humedeciéndome el ojete y aunque costó un poco al principio, poco empezó a entrar dentro de mí. Una vez estuve bien ensartado, me relajé y lo di a entender a mi amante con una sonrisa.

Empezó a mover ligeramente la pelvis hacia arriba y yo podía sentir su tremendo tarugo cada vez más dentro de mí, golpeando mi próstata, lo cual me producía un gran placer.

- Sigue así! Cabálgame, quiero sentir tu polla bien dentro de mí!! – acerté a decirle, mientras mi rostro se retorcía por el gustazo que me estaba dando.

- Entonces te daré toda la polla que quieras
          
Y empezó moverse cada más rápido dentro de mí, acompañando sus embestidas con gruñidos. Por si fuera poco agarró con fuerza mis pezones y empezó a apretarlos con dureza.

Yo me agarraba la polla con firmeza y la agitaba hacia atrás y hacia adelante. En cualquier momento iba a salir un chorro de leche, pero quería aguantar como fuese para seguir disfrutando de aquel intenso placer.

-  Vamos a cambiar de posición para seguir gozando – me dijo el vecino, mientras me guiñaba el ojo.


Yo me lo tomé como un pequeño respiro, pero en pocos segundos me encontré tumbado sobre el borde de la cama mientras que aquel animal estaba de pie frente a mí con la polla bien dura y dispuesto a seguir con sus embestidas.

Yo me abrí bien de piernas y él entró con fiereza dentro de mi culo, sin dejar de gruñir. Su primer golpe fue brutal y los que vinieron después fueron igual de bestiales. Estaba como poseído mientras seguía empujando, una y otra vez, como un taladro. Se  apretaba los labios y una gran  capa de sudor cubría todo su peludo cuerpo. Yo me agarraba la polla como podía ante la violencia de sus cabalgadas.

Así estuvimos un buen rato hasta que aquel animal desatado empezó a gruñir con más fuerza si cabe.

-  Voy a correrme cabrón!!! – me dijo entre dientes mientras estiraba la cabeza hacia atrás, sin dejar de empujar dentro de mí.

-  Yo también!!!! – acerté a decir, a la vez que de mi polla empezó a salir un chorretón de leche, sin lugar a dudas la mejor corrida que había tenido en mucho tiempo

Bueno, la corrida de los dos fue bestial ya que el vecino después de haber vaciado su depósito en mi interior, se sacó la polla y pude observar como todavía salía un hilillo de leche blanca desde su interior.

El vecino se echó sobre mí y nuestros cuerpos empapados de sudor y semen se apretaron el uno contra el otro.

-  Umm, habrá que darle las gracias al cartero por la equivocación. Ha sido todo un regalo para mí

- Pues para mi ni te cuento, je,je – Le contesté. Esto es mucho mejor que lo que esperaba en el paquete

Los dos nos reímos con ganas mientras nos abrazábamos, exhaustos, sobre la cama. Aquello fue el inicio de una relación muy placentera para ambos, ya que además de buenos vecinos éramos amantes que cada pocos días dábamos rienda suelta a nuestros deseos carnales.

PINONE

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena historia!!
Ya me gustaria tener un vecino asi!! ;)