Oscar era mi mejor amigo
desde que nos conocimos en el primer curso de la carrera. Era un encanto de
persona y además físicamente era de mi estilo: moreno, fuerte, de espaldas
anchas y con un culo que me volvía loco. Sólo tenía un defecto: que era
abiertamente heterosexual y es que no dejaba de ligarse a todas las chicas que
pasaban por delante de él.
A pesar de ello yo no
perdía la esperanza de alguna vez ocurriera algo entre nosotros. Por eso cuando
me dijo que me invitaba a la casa familiar que tenían en la sierra, casi me da un vuelco al corazón,
pensando en que quizás aquella fuera la oportunidad que llevaba esperando
durante años. Pero mi alegría duro poco, ya que a continuación me dijo que su
padre iba a estar allí y si me importaba:
- ¿Cómo
me va a importar? Si es su casa – respondí tratando de disimular mi decepción
“Seguro que es algún viejo
pesado que se pasa el día dando la brasa” – pensé, poniéndome en el peor caso. “Por
lo menos me vendrá bien para despejar la cabeza después de una dura de semana
de trabajo” – y me olvidé de mis lujuriosos pensamientos hacia mi amigo.
Y así nos presentamos el viernes
por la tarde en la casa. Era uno de tantos chalets para urbanitas que buscan
alejarse de la gran ciudad para descansar los fines de semana o en vacaciones
En cuanto el padre de mi
mejor amigo abrió la puerta me llevé una sorpresa de las buenas. Era más joven
de lo que yo pensaba. No llegaba a los 50 años y, sobre todo, era un tío
espectacular. Grande, fuerte, con una
buena barriga y tremendamente atractivo. Estaba calvo y una barba recortada
adornaba su hermoso rostro.
- ¿A
qué parecemos hermanos? Ja,ja... es lo que tiene ser padre tan joven – bromeó mientras
estrechaba mi mano con fuerza. Por la forma de apretaba la mano parecía que le
había caído en gracia al primer vistazo
- Sí,
con 40 kilos de diferencia – respondió su hijo, poniendo cara de circunstancias
- Tranquilo,
ya me dirás a mi edad – Y soltó una
sonora carcajada mientras se golpeaba la barriga – Estaré gordo, pero está duro
como una piedra,ja,ja
Después de instalarnos en
casa, bajamos a cenar. Nos habría preparado una opípara cena, de la que dimos
rápida cuenta ya que ambos estábamos hambrientos después del viaje desde la
ciudad.
Durante la cena, no podía
quitar la vista de aquel hombretón, embutido en un chándal que le estaba un
poco prieto. Cada vez que se levantaba para ir a la cocina y se paseaba con su
enorme culo por delante de mí, tenía que hacer verdaderos esfuerzos para que no
se me fuesen los ojos detrás de él.
Una vez que terminamos la
cena, recogimos todo y nos preparamos para acostarnos. Yo estaba agotado y sólo
pensaba en quedarme solo en la habitación de invitados y meneármela un rato,
pensando en aquella bestia que tenía tan cerca… y tan lejos a la vez.
Cuando por fin, llegué a mi
habitación y cerré la puerta, respiré profundamente. Iba a empezar a
desvestirme, cuando observé que encima de la mesilla había una nota. Pensé que
sería algo que llevaba allí tiempo, pero al darle la vuelta y leerlo me quedé
helado:
"Hola
guapo. Me gustas mucho. Te espero en mi habitación dentro de quince minutos"
No podía creérmelo. El
corazón empezó a bombear cada vez más fuerte y parecía que se iba salir del
pecho. Intenté tranquilizarme paseando por la habitación hasta que me tumbé
sobre la cama, para pensar en lo que iba a hacer.
Desde luego era un ocasión
que no podía dejar pasar, pero por otro lado me daba apuro por mi amigo, como
se lo tomaría si se enterase… ¿O quizás me había invitado sabiendo lo que iba a
pasar? Había que tomar una decisión y la decisión era que debía seguir mi
instinto… y mi deseo.
Salí de habitación, tratando
de no hacer ruido y me dirigí al fondo donde estaba la habitación principal.
Por suerte, la habitación de mi amigo estaba un poco apartada, en otro pasillo.
Toque muy ligeramente la
puerta, apenas un susurro y en poco segundos se abrió.
- Entra
y no hagas ruido. Mi hijo tiene el sueño profundo, pero prefiero no molestarle,
je,je
Por fin estábamos solos. El se había quitado la camiseta
y pude observar su pecho y su vientre, totalmente cubierto por un frondoso
bosque de pelo. Tenía unos buenos pezones, que estaban bien erguidos y
desafiantes.
- Me
has vuelto loco desde que mi hijo me enseñó una foto en la que aparecías y he
sido yo el que insistido para que vinieses este fin de semana. Y ya estás aquí…a
mi merced
Yo me quité la camisa y nos
tumbamos sobre la cama. Empezamos a besarnos mientras nuestras manos buscaban
el cuerpo del otro. Podía notar como aquel animal agarraba mi paquete con
fuerza por encima de mi pantalón vaquero. Hasta que dejó de besarme y empezó a
recorrer mi cuerpo besando y mordisqueando cada rincón de mi pecho y de mi
vientre. Yo quería hacer lo mismo con él y por eso me abalancé sobre uno de sus
pezones, que brillaba sobre su peludo pecho. Tenía un sabor salado y cada vez
que tiraba de él notaba como él apretaba los dientes, como si disfrutara con el
dolor
-
Mordisquéame los pezones, quiero sentir tus
dientes. Más fuerte, más duro!
Ya no sólo le mordisqueaba
los pezones sino que literalmente le mordía el pecho, como si quisiera arrancárselo.
Y sus gemidos de placer hacían que mi comportamiento fuera cada vez más
violento. Hasta que el paró en seco y poniéndose de rodillas sobre la cama me
abrazó y empezó a besarme con más pasión si cabe. Yo también agarré con fuerza
su enorme espalda, apretando mis uñas contra ella. Se separó de mí y mientras
mordisqueaba mi pecho agarró hebilla de mi cinturón y tiró de ella para liberar
mi pantalón. Su poderosa mano empezó a mi buscar mi herramienta y cuando la
hubo encontrado la agarró con fuerza y la sacó al exterior
-
Tienes un buen mango chaval. Tengo ganas de
saborearlo
-
Pues no te prives. Es todo tuyo – le
contesté
Y se lo llevó a la boca,
agachándose ante mi. Se lo trago entero, mientras yo más excitado si cabe
acariciaba su cabeza, casi huérfana de pelo. Notaba como me lo succionaba y
parecía que en cualquier momento iba desaparecer engullido por aquel animal.
Sin lugar a dudas era un experto en comer pollas.
Cuando soltó mi tarugo y
empezó a besarme de nuevo aproveché la ocasión para hurgar en su pantalón en busca de su tranca. Y
tope con algo enorme y duro que se abría paso entre por lo obertura de su
pantalón. No tuve tiempo de admirarlo porque rápidamente me agaché y lo atrapé
con mi boca. Estaba bien caliente y tenía un grosor más considerable, como a mi
me gustaba. Agarré sus enormes pelotas e introduje mi boca hasta el fondo
tratando de cubrir aquel hermoso cilindro. El padre de mi mejor amigo gemía
mientras susurraba:
- Así chavalote, cómeme el rabo como si no
hubiera un mañana. Estás haciendo gozar como un cabrón a este viejo marinero.
¿verdad que te gusta mi tranca?
- Sí, señor, es la mejor polla que me he
comido nunca – contesté, para volver a metérmela entera en mi boca.
Como queríamos estar más
cómodos nos quitamos por fin los pantalones y el hombretón se tumbó sobre la
cama mientras yo me hacía dueño y señor de su pollón. Ahora la pude observar
mejor. Medía más de 20 centímetros y era bien gorda, coronada por un brillante
capullo. Después de sonreírle, volví a mi tarea de comedor de pollas
El acariciaba mi cabeza y
la apretaba para que no parara de meter y sacar su cipote en mi boca. Así
estuvimos más de diez minutos, mientras no paraba de susurrarme palabras soeces
que me calentaban más todavía
-
Date la vuelta – me ordenó con su voz ronca
Obedecí sin rechistar
poniéndome a cuatro patas dándole la espalda. Quería jugar con mi culo y yo
estaba dispuesto a lo que fuera para complacerle.
Bien abierto de patas noté
como su lengua se acercaba a mí y se empotraba contra el ojete de mi culo.
Sentí un intenso placer y sólo deseaba tenerla dentro de mi. Después de unas
cuantas embestidas con la lengua se puso encima de mí y empezó a comerme la
orejas, mientras que me agarraba por el cuello . Podía notar sus 130 kilos
sobre mí y pensé que me iba a aplastar. También notaba su tarugo sobre mis
nalgas, moviéndose una y otra vez.
Pensaba que ya me iba a
follar, pero quería hacerme sufrir o mejor dicho, quería que disfrutase más
- Te ha gustado como te he comido el culo?
Pues ahora quiero ser yo el que lo disfrute
No tenía palabras para
responderle, sólo quería pasar a la acción. Se dio la vuelta y agarrándose con
las dos manos al cabecero de la cama, abrió bien las piernas, ofreciéndome su
enorme culo. Ver su ojete abierto me volvió loco y hundí la cabeza tratando que
mi lengua penetrase lo más dentro posible. Nunca me imaginé que pudiera hacerle
eso a un hombre así, tan grande, tan macho. El no dejaba de jadear mientras yo
seguía trabajando su parte trasera. De vez en cuando me paraba para observar
aquella maravilla de la naturaleza y volvía a la faena, metiendo la lengua
hasta el fondo o mordisqueando sus hermosas y peludas nalgas.
- Diosss!!! Me estás poniendo el culo a cien,
cabrón – bramó mientras yo le daba un nuevo repaso
Se levantó y poco a poco y
se puso a mi lado mientras me sonreía
- Luego dejaré que me folles, campeón, pero
primero quiero encularte yo. Aunque sólo sea por edad, me gustaría tener la
posibilidad de elegir en primer lugar – Y soltó una carcajada al terminar la
frase
- Claro que sí. Estoy loco porque me folles.
Quiero sentirte dentro de mí, bombeando sobre mi cuerpo
- Tranquilo – primero voy a trabajarte un poco
la polla, que merece toda mi atención
Me tumbó sobre la cama y
volvió a atrapar mi polla con su boca para empezar a succionar mi miembro. Con
la otra mano se acercó a mi culo y
empezó a meter un dedo por el ojete. Al principio me resistí un poco, pero en
cuanto me relajé, le dejé que trabajara dentro de mí.
Yo también quería que su
polla disfrutara y en un movimiento rápido me coloque en posición para hacer un
69. Podía notar todo su cuerpo junto a mí, caliente y sudoroso. Tenía miedo a
correrme antes de tiempo porque aquel animal era capaz de ordeñar toda mi leche
en cualquier momento, tal era el ímpetu con el que succionaba mi cipote.
Así estuvimos un buen rato,
disfrutando de nuestras pollas y de nuestros cuerpos, hasta que cambiamos de
postura para comernos los culos. Para mí era impresionante tener enfrente mío
aquel ojete peludo que trataba de atrapar con mi lengua, mientras él hacía lo
mismo con el mío.
De repente, se levantó y
después de darme un profundo beso, me ordenó que me pusiese boca arriba con las
piernas abiertas. Había llegado el gran momento que había esperado desde que le
vi al entrar en la casa
No dejaba de sonreírme
mientras me decía:
- Espero no hacerte daño, porque una vez que
esté dentro de ti no podré parar
Sus palabras me excitaron
más si cabía. Estaba deseando que aquel animal me penetrara
- Puedes empezar cuando quieras. Estoy
preparado para lo que sea
- Ummm. Creo que necesitas algo más de
lubricante – me respondió mientras buscaba algo en la mesilla.
Sacó un largo tubo, untó uno de sus dedos y le metió en
mi agujero, suavemente. Fue empujando hacia dentro mientras yo empecé a jadear.
Una vez hubo llegado hasta el fondo lo sacó y empezó a introducir dos dedos a
la vez girando suavemente con un movimiento circular. Yo creía que iba a
correrme con aquello, pero quería aguantar como sea
- Ahora viene el dedo gordo – y sin terminar la frase noté
como su duro rabo empezaba a entrar en mi culo. Entraba despacio, pero cuando
ya estaba bien dentro, dio un fuerte golpe de cintura que terminó de clavarme
mi tarugo.
- Lo siento cariño, pero es que tu culito
estrecho y caliente me vuelve loco
Y empezó a cabalgarme cada
vez con más fuerza, mientras yo no dejaba de agitar mi herramienta. Cada vez
que sus pelotas chocaban con mi culo, se escuchaba un golpe seco que aún me
excitaba más
Estuvimos así durante
varios e interminables minutos hasta que empezó a besarme en la boca sin dejar
de bombear encima de mí
- Quiero que te corras sobre mi pecho – me
susurró al oído antes de mordisquear mi oreja
- Claro que sí. Será un honor para mía.
Sacó su polla y se tumbó
junto a mí. Me agarró con sus poderosos brazos y me colocó sobre su hermosa y
dura barriga. Yo me levanté y me metí otra vez su polla. Empecé a cabalgarlo
mientras agitaba mi herramienta arriba y abajo.
- Así, así, dale duro. Quiero que me cubras
con tu leche!!
Estuvimos así durante un
par de minutos, cada vez más excitados, hasta que un chorro de leche salió de
mi polla y empapó todo su peludo pecho, llegando incluso a mojar su barba.
- ¡Qué cabrón! ¡Cómo me has pues…! – y no pudo
terminar la frase porque su rostro se contrajo y soltó algo parecido a un
gruñido. Estaba corriéndose dentro de mí, mientras no dejaba de empujar una y
otra vez en mi interior
Así estuvimos hasta que
totalmente agotado y sudoroso, me dejé caer junto a aquel animal. Empezamos a
besarnos con más calma, hasta quedarnos completamente dormidos. Me desperté con
el amanecer y como no quería que mi mejor amigo se enterase de lo ocurrido, me
levanté sigilosamente y volví a mi habitación dejando a su padre, dormido en su
cama, sonriente y roncando como un animal.
PINONE

1 comentario:
Dios, esta historia me ha puesto super burro, quién tuviera un amigo con un padre así... Me alegra ver que la página tiene nuevas historias tras tantos años, todavía me faltan algunas de las antiguas pero hasta ahora no he leído ninguna que me parezca mala.
Publicar un comentario