lunes, mayo 21, 2018

EL PADRE DE MI MEJOR AMIGO

 

Oscar era mi mejor amigo desde que nos conocimos en el primer curso de la carrera. Era un encanto de persona y además físicamente era de mi estilo: moreno, fuerte, de espaldas anchas y con un culo que me volvía loco. Sólo tenía un defecto: que era abiertamente heterosexual y es que no dejaba de ligarse a todas las chicas que pasaban por delante de él.

A pesar de ello yo no perdía la esperanza de alguna vez ocurriera algo entre nosotros. Por eso cuando me dijo que me invitaba a la casa familiar que tenían  en la sierra, casi me da un vuelco al corazón, pensando en que quizás aquella fuera la oportunidad que llevaba esperando durante años. Pero mi alegría duro poco, ya que a continuación me dijo que su padre iba a estar allí y si me importaba:

-      ¿Cómo me va a importar? Si es su casa – respondí tratando de disimular mi decepción

“Seguro que es algún viejo pesado que se pasa el día dando la brasa” – pensé, poniéndome en el peor caso. “Por lo menos me vendrá bien para despejar la cabeza después de una dura de semana de trabajo” – y me olvidé de mis lujuriosos pensamientos hacia mi amigo.

Y así nos presentamos el viernes por la tarde en la casa. Era uno de tantos chalets para urbanitas que buscan alejarse de la gran ciudad para descansar los fines de semana o en vacaciones

En cuanto el padre de mi mejor amigo abrió la puerta me llevé una sorpresa de las buenas. Era más joven de lo que yo pensaba. No llegaba a los 50 años y, sobre todo, era un tío espectacular. Grande, fuerte, con  una buena barriga y tremendamente atractivo. Estaba calvo y una barba recortada adornaba su hermoso rostro.

-    ¿A qué parecemos hermanos? Ja,ja... es lo que tiene ser padre tan joven – bromeó mientras estrechaba mi mano con fuerza. Por la forma de apretaba la mano parecía que le había caído en gracia al primer vistazo

-      Sí, con 40 kilos de diferencia – respondió su hijo, poniendo cara de circunstancias

-      Tranquilo, ya me dirás a mi  edad – Y soltó una sonora carcajada mientras se golpeaba la barriga – Estaré gordo, pero está duro como una piedra,ja,ja

Después de instalarnos en casa, bajamos a cenar. Nos habría preparado una opípara cena, de la que dimos rápida cuenta ya que ambos estábamos hambrientos después del viaje desde la ciudad.

Durante la cena, no podía quitar la vista de aquel hombretón, embutido en un chándal que le estaba un poco prieto. Cada vez que se levantaba para ir a la cocina y se paseaba con su enorme culo por delante de mí, tenía que hacer verdaderos esfuerzos para que no se me fuesen los ojos detrás de él.

Una vez que terminamos la cena, recogimos todo y nos preparamos para acostarnos. Yo estaba agotado y sólo pensaba en quedarme solo en la habitación de invitados y meneármela un rato, pensando en aquella bestia que tenía tan cerca… y tan lejos a la vez.

Cuando por fin, llegué a mi habitación y cerré la puerta, respiré profundamente. Iba a empezar a desvestirme, cuando observé que encima de la mesilla había una nota. Pensé que sería algo que llevaba allí tiempo, pero al darle la vuelta y leerlo me quedé helado:

"Hola guapo. Me gustas mucho. Te espero en mi habitación dentro de quince minutos"

No podía creérmelo. El corazón empezó a bombear cada vez más fuerte y parecía que se iba salir del pecho. Intenté tranquilizarme paseando por la habitación hasta que me tumbé sobre la cama, para pensar en lo que iba a hacer.

Desde luego era un ocasión que no podía dejar pasar, pero por otro lado me daba apuro por mi amigo, como se lo tomaría si se enterase… ¿O quizás me había invitado sabiendo lo que iba a pasar? Había que tomar una decisión y la decisión era que debía seguir mi instinto… y mi deseo.

Salí de habitación, tratando de no hacer ruido y me dirigí al fondo donde estaba la habitación principal. Por suerte, la habitación de mi amigo estaba un poco apartada, en otro pasillo.

Toque muy ligeramente la puerta, apenas un susurro y en poco segundos se abrió.

-      Entra y no hagas ruido. Mi hijo tiene el sueño profundo, pero prefiero no molestarle, je,je

Por fin estábamos solos. El se había quitado la camiseta y pude observar su pecho y su vientre, totalmente cubierto por un frondoso bosque de pelo. Tenía unos buenos pezones, que estaban bien erguidos y desafiantes.

-      Me has vuelto loco desde que mi hijo me enseñó una foto en la que aparecías y he sido yo el que insistido para que vinieses este fin de semana. Y ya estás aquí…a mi merced

Yo me quité la camisa y nos tumbamos sobre la cama. Empezamos a besarnos mientras nuestras manos buscaban el cuerpo del otro. Podía notar como aquel animal agarraba mi paquete con fuerza por encima de mi pantalón vaquero. Hasta que dejó de besarme y empezó a recorrer mi cuerpo besando y mordisqueando cada rincón de mi pecho y de mi vientre. Yo quería hacer lo mismo con él y por eso me abalancé sobre uno de sus pezones, que brillaba sobre su peludo pecho. Tenía un sabor salado y cada vez que tiraba de él notaba como él apretaba los dientes, como si disfrutara con el dolor

-          Mordisquéame los pezones, quiero sentir tus dientes. Más fuerte, más duro!

Ya no sólo le mordisqueaba los pezones sino que literalmente le mordía el pecho, como si quisiera arrancárselo. Y sus gemidos de placer hacían que mi comportamiento fuera cada vez más violento. Hasta que el paró en seco y poniéndose de rodillas sobre la cama me abrazó y empezó a besarme con más pasión si cabe. Yo también agarré con fuerza su enorme espalda, apretando mis uñas contra ella. Se separó de mí y mientras mordisqueaba mi pecho agarró hebilla de mi cinturón y tiró de ella para liberar mi pantalón. Su poderosa mano empezó a mi buscar mi herramienta y cuando la hubo encontrado la agarró con fuerza y la sacó al exterior

-          Tienes un buen mango chaval. Tengo ganas de saborearlo

-          Pues no te prives. Es todo tuyo – le contesté

Y se lo llevó a la boca, agachándose ante mi. Se lo trago entero, mientras yo más excitado si cabe acariciaba su cabeza, casi huérfana de pelo. Notaba como me lo succionaba y parecía que en cualquier momento iba desaparecer engullido por aquel animal. Sin lugar a dudas era un experto en comer pollas.

Cuando soltó mi tarugo y empezó a besarme de nuevo aproveché la ocasión para  hurgar en su pantalón en busca de su tranca. Y tope con algo enorme y duro que se abría paso entre por lo obertura de su pantalón. No tuve tiempo de admirarlo porque rápidamente me agaché y lo atrapé con mi boca. Estaba bien caliente y tenía un grosor más considerable, como a mi me gustaba. Agarré sus enormes pelotas e introduje mi boca hasta el fondo tratando de cubrir aquel hermoso cilindro. El padre de mi mejor amigo gemía mientras susurraba:

-   Así chavalote, cómeme el rabo como si no hubiera un mañana. Estás haciendo gozar como un cabrón a este viejo marinero. ¿verdad que te gusta mi tranca?

-     Sí, señor, es la mejor polla que me he comido nunca – contesté, para volver a metérmela entera en mi boca.

Como queríamos estar más cómodos nos quitamos por fin los pantalones y el hombretón se tumbó sobre la cama mientras yo me hacía dueño y señor de su pollón. Ahora la pude observar mejor. Medía más de 20 centímetros y era bien gorda, coronada por un brillante capullo. Después de sonreírle, volví a mi tarea de comedor de pollas

El acariciaba mi cabeza y la apretaba para que no parara de meter y sacar su cipote en mi boca. Así estuvimos más de diez minutos, mientras no paraba de susurrarme palabras soeces que me calentaban más todavía

-          Date la vuelta – me ordenó con su voz ronca

Obedecí sin rechistar poniéndome a cuatro patas dándole la espalda. Quería jugar con mi culo y yo estaba dispuesto a lo que fuera para complacerle.

Bien abierto de patas noté como su lengua se acercaba a mí y se empotraba contra el ojete de mi culo. Sentí un intenso placer y sólo deseaba tenerla dentro de mi. Después de unas cuantas embestidas con la lengua se puso encima de mí y empezó a comerme la orejas, mientras que me agarraba por el cuello . Podía notar sus 130 kilos sobre mí y pensé que me iba a aplastar. También notaba su tarugo sobre mis nalgas, moviéndose una y otra vez.

Pensaba que ya me iba a follar, pero quería hacerme sufrir o mejor dicho, quería que disfrutase más

-     Te ha gustado como te he comido el culo? Pues ahora quiero ser yo el que lo disfrute

No tenía palabras para responderle, sólo quería pasar a la acción. Se dio la vuelta y agarrándose con las dos manos al cabecero de la cama, abrió bien las piernas, ofreciéndome su enorme culo. Ver su ojete abierto me volvió loco y hundí la cabeza tratando que mi lengua penetrase lo más dentro posible. Nunca me imaginé que pudiera hacerle eso a un hombre así, tan grande, tan macho. El no dejaba de jadear mientras yo seguía trabajando su parte trasera. De vez en cuando me paraba para observar aquella maravilla de la naturaleza y volvía a la faena, metiendo la lengua hasta el fondo o mordisqueando sus hermosas y peludas nalgas.

-     Diosss!!! Me estás poniendo el culo a cien, cabrón – bramó mientras yo le daba un nuevo repaso

Se levantó y poco a poco y se puso a mi lado mientras me sonreía

-      Luego dejaré que me folles, campeón, pero primero quiero encularte yo. Aunque sólo sea por edad, me gustaría tener la posibilidad de elegir en primer lugar – Y soltó una carcajada al terminar la frase

-     Claro que sí. Estoy loco porque me folles. Quiero sentirte dentro de mí, bombeando sobre mi cuerpo

-       Tranquilo – primero voy a trabajarte un poco la polla, que merece toda mi atención

Me tumbó sobre la cama y volvió a atrapar mi polla con su boca para empezar a succionar mi miembro. Con la otra mano se acercó a  mi culo y empezó a meter un dedo por el ojete. Al principio me resistí un poco, pero en cuanto me relajé, le dejé que trabajara dentro de mí.

Yo también quería que su polla disfrutara y en un movimiento rápido me coloque en posición para hacer un 69. Podía notar todo su cuerpo junto a mí, caliente y sudoroso. Tenía miedo a correrme antes de tiempo porque aquel animal era capaz de ordeñar toda mi leche en cualquier momento, tal era el ímpetu con el que succionaba mi cipote.

Así estuvimos un buen rato, disfrutando de nuestras pollas y de nuestros cuerpos, hasta que cambiamos de postura para comernos los culos. Para mí era impresionante tener enfrente mío aquel ojete peludo que trataba de atrapar con mi lengua, mientras él hacía lo mismo con el mío.



De repente, se levantó y después de darme un profundo beso, me ordenó que me pusiese boca arriba con las piernas abiertas. Había llegado el gran momento que había esperado desde que le vi al entrar en la casa

No dejaba de sonreírme mientras me decía:

-        Espero no hacerte daño, porque una vez que esté dentro de ti no podré parar

Sus palabras me excitaron más si cabía. Estaba deseando que aquel animal me penetrara

-       Puedes empezar cuando quieras. Estoy preparado para lo que sea

-     Ummm. Creo que necesitas algo más de lubricante – me respondió mientras buscaba algo en la mesilla.

Sacó un largo tubo, untó uno de sus dedos y le metió en mi agujero, suavemente. Fue empujando hacia dentro mientras yo empecé a jadear. Una vez hubo llegado hasta el fondo lo sacó y empezó a introducir dos dedos a la vez girando suavemente con un movimiento circular. Yo creía que iba a correrme con aquello, pero quería aguantar como sea

-       Ahora viene  el dedo gordo – y sin terminar la frase noté como su duro rabo empezaba a entrar en mi culo. Entraba despacio, pero cuando ya estaba bien dentro, dio un fuerte golpe de cintura que terminó de clavarme mi tarugo.

-      Lo siento cariño, pero es que tu culito estrecho y caliente me vuelve loco

Y empezó a cabalgarme cada vez con más fuerza, mientras yo no dejaba de agitar mi herramienta. Cada vez que sus pelotas chocaban con mi culo, se escuchaba un golpe seco que aún me excitaba más

Estuvimos así durante varios e interminables minutos hasta que empezó a besarme en la boca sin dejar de bombear encima de mí

-     Quiero que te corras sobre mi pecho – me susurró al oído antes de mordisquear mi oreja

-      Claro que sí. Será un honor para mía.

Sacó su polla y se tumbó junto a mí. Me agarró con sus poderosos brazos y me colocó sobre su hermosa y dura barriga. Yo me levanté y me metí otra vez su polla. Empecé a cabalgarlo mientras agitaba mi herramienta arriba y abajo.

-       Así, así, dale duro. Quiero que me cubras con tu leche!!

Estuvimos así durante un par de minutos, cada vez más excitados, hasta que un chorro de leche salió de mi polla y empapó todo su peludo pecho, llegando incluso a mojar su barba.

-      ¡Qué cabrón! ¡Cómo me has pues…! – y no pudo terminar la frase porque su rostro se contrajo y soltó algo parecido a un gruñido. Estaba corriéndose dentro de mí, mientras no dejaba de empujar una y otra vez en mi interior

Así estuvimos hasta que totalmente agotado y sudoroso, me dejé caer junto a aquel animal. Empezamos a besarnos con más calma, hasta quedarnos completamente dormidos. Me desperté con el amanecer y como no quería que mi mejor amigo se enterase de lo ocurrido, me levanté sigilosamente y volví a mi habitación dejando a su padre, dormido en su cama, sonriente y roncando como un animal.

PINONE

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dios, esta historia me ha puesto super burro, quién tuviera un amigo con un padre así... Me alegra ver que la página tiene nuevas historias tras tantos años, todavía me faltan algunas de las antiguas pero hasta ahora no he leído ninguna que me parezca mala.