Se denomina tercer tiempo a una tradición
del rugby por la cual después de finalizado el encuentro, los
contrincantes se encuentran para compartir una bebida (abundante cerveza) ,
bromear y cantar grupalmente, como excusa para confraternizar y suavizar los
resentimientos que pudieran haber surgido durante la confrontación. Se ha dicho
que el tercer tiempo es tan o más importante que el juego mismo, porque en gran
medida es allí donde los rugbistas aprenden a controlar sus pasiones y los
sentimientos egoístas derivados
de la confrontación física, para valorar al contrincante y concretar las
relaciones de amistad y camaradería que permiten el hecho de
practicar un deporte en común.
Allí estábamos en un pub cercano al estadio,
después del partido, atiborrándonos a cervezas en compañía de los que hasta
hace pocos minutos habían sido nuestros rivales en el campo. Es lo que en rugby
se llama “el tercer tiempo”. Habíamos ganado el partido por un solo punto y
gracias a un ensayo. Uno de los pocos ensayos de mi carrera, ya que al ser
pilier o prop, me dedicaba más a tareas defensivas.
De repente noté que un fornido brazo me rodeaba
el cuello con fuerza y a alguien que decía:
- ¡Qué cabrón! ¡Te has follado a todos éstos de golpe! – y
soltó una sonora carcajada, mientras miraba satisfecho a nuestros rivales
“Ojalá” pensé yo para mis adentros, porque
sería increíble pasarme por la piedra, aunque sólo fuera uno, a algún animal de
aquellos.
Era nuestro capitán, Oskar, al que le encantaba
soltar ese tipo de bravuconadas. Era pilier como yo y había aprendido mucho de
él. No era muy alto, pero sí muy ancho, con unos poderosos brazos y un tronco
macizo. Tenía un barba corta, de color negro. Rondaba los 35 años y los excesos
con la cerveza empezaban a dibujar un vientre sospechosamente redondo.
- ¡Tenéis un buen cachorro de pilier! ¡A ver si os lo fichamos
pronto! – respondió desde el otro lado Rudy, el capitán rival. Otro espécimen
de cuidado que medía unos 1,75 y debía pesar sobre los 120 kilos. Un veterano
de guerra con multitud de batallas en las melés o scrums.
Aquello levantó un poco de polvareda en el bar,
pero al poco rato estábamos todos bebiendo y cantando juntos agarrados del
cuello.
Eran cerca de las 12 de la noche cuando
cerraron el bar, no sé si porque era la hora de cierre o porque habíamos
agotados las existencias de cerveza entre los dos equipos. Salimos a la calle y
empezamos a caminar, los locales hacia sus casas y los visitantes hacia el
hotel. Los dos capitanes y yo nos quedamos un poco rezagadas del resto,
charlando .
En ese momento, el capitán del equipo rival, se
paró y dijo:
- ¿Y si vamos a mi casa y disfrutamos del “cuarto tiempo”? Vivo
prácticamente a la vuelta de la esquina – y al terminar la frase guiñó con poco
disimulo a nuestro capitán
- Ummm, estaría bien – contestó éste - y si volvemos tarde al
hotel ya hablaré yo con el entrenador, que le tengo medio nominado. Y soltó una
de sus habituales carcajadas
Yo miré incrédulo, porque no había hablado
hablar de aquel “cuarto tiempo”, aunque la cosa se estaba poniendo cada vez más
interesante
- Tranquilo, campeón, tomaremos una última cerveza en casa de
Rudy
Así que nos dirigimos a su casa, que distaba
apenas doscientos metros del lugar donde estábamos. Era un piso bajo y entramos
a salón amplio, en el que destacaba un gran sofá con varias piezas
- Sentaros y relajaros. En seguida traigo esa última cerveza.
Oskar y yo nos tumbamos prácticamente en el
sofá mientras Rudy desapareció camino de la cocina. En pocos segundos apareció
con tres cervezas en las manos
- Vaya , parece que estáis cansados. No sé si será por el
partido o por la juerga posterior, je,je
Desde mi posición pude observar mejor a Rudy. Tenía
el pelo corto y algunas entradas que ya delataban el paso de los años. Lucía una cuidada perilla, que le hacia todavía más deseable. Tenía algo de sobrepeso, pero le había visto jugar muchas veces y se movía con
mucha rapidez y agilidad.
En ese momento noté la mano de mi entrenador
sobre mi rodilla, subiendo poco a poco por mi pierna y al girarme vi su rostro
frente al mío. Me ofreció su boca y yo no pude más que besarle, juntando
nuestras lenguas. La sensación de placer que tuve fue bestial, como si algo
fabuloso fuese a empezar.
- ¡Joder! ¡Cómo se está poniendo esto! – exclamo el otro
capitán, dejando las cervezas sobre la mesa y acercándose al sofá
Se sentó al otro lado, de manera que los dos
capitanes me tenían rodeado. Ambos empezaron a sobarme a la vez, por todo el
cuerpo. No me podía creer que aquello estuviera ocurriendo. Quizás era un sueño
y tenía miedo de despertar. Pero no era así. Cuando Oskar hubo soltado mi boca,
Rudy la atrapó y nos fundimos en un beso de bienvenida. Por si fuera poco,
empezó a soltar el cinturón de mi pantalón, al mismo tiempo que Oskar, seguía
sobándome por encima de mi camiseta. En ese momento, alargué mis brazos y cogía
a ambos por la cabeza, para tenerlos más cerca de mí, para que no se escapasen
- No te quejarás de como te tratan los veteranos, eh
cabroncete.- dijo Rudy, mientras terminaba de desabrochar mi pantalón y sacar
mi polla al exterior.
Mi herramienta estaba dura y con ganas de
guerra. Rudy la atrapó con la boca y desapareció entre sus labios. Yo noté como
si me estuvieran arrancando la polla, una sensación bestialmente placentera.
Mientras Oskar y yo seguíamos comiéndonos la boca, apasionadamente. Tenía calor
y empecé a subirme la camiseta para dejar al descubierto mi pecho. Rudy dejó de
aspirar mi polla y después de mordisquear uno de mis pezones, subió hasta mi
boca para incrustarme su lengua. Oskar cambió de posición y ahora era él el que
se encargaba de succionar mi polla., con la misma fuerza que su rival
Yo me sentía como un verdadero rey teniendo a
mi disposición a aquellos dos animales, haciéndome gozar cada parte de mi
cuerpo. Y ellos gozaban también, por los jadeos que daban.
Así estuvimos un buen rato, hasta que el
anfitrión levantó la cabeza y dejo:
- Es hora de que nos despelotemos del todo para seguir con la
fiesta
Casi al unísono, y con gran rapidez a pesar de nuestra corpulencia, nos deshicimos de las camisetas, los pantalones y cortos y el calzado. Ya estábamos los tres como nuestra madre nos trajo al mundo, eso sí con todo más crecidito y desarrollado.
Al igual que Oskar, Rudy era corpulento y velludo por todo el cuerpo, especialmente en el pecho, que lucía espectacular. También destacaba una barriga bastante prominente, cubierto también de vello. Y su polla era algo más pequeña que la de mi capitán, pero bien gruesa, como me gustaban a mí.
Los dos capitanes se quedaron de pies besándose y sobándose mientras me agaché entre ambos y empecé a chupar aquellas dos maravillas. Primero la de mi capitán y luego la del capitán rival y así sucesivamente. Ambas estaban bien calientes y tenían un sabor salado. Y cómo me daba pena dejar una para coger la otra, al final abrí bien la boca y me metí las dos a la vez, a duras penas, por el grosor de ambas trancas.
Así estuvimos un bueno rato hasta que Rudy se
separó y en un rápido movimiento, se agachó y se metió por debajo de las
piernas de Oskar para atrapar mi polla. Estaba ágil aquel a tío, a pesar de su
peso. Yo seguía comiendo la polla de mi capitán, mientras con las manos
acariciaba su peludo pecho.
A continuación Rudy se dio la vuelta poniéndose
boca arriba, mientras no soltaba mi polla. Oskar se colocó de rodillas y agarrando
sus poderosas piernas, las levantó como si fueran una pluma. La raja del culo
quedó su merced y después de pasarse la mano por los labios, hundió su cabeza
entre las piernas de Rudy, clavándole la lengua en su peludo ojete. Una vez
bien metido hasta dentro lo sacó y empezó a darle lametazos. Aquella comida de
culo en mis narices me puso más cachondo si cabe y no quise perderme el manjar.
Cuando Oskar levantó la cabeza, aproveché la ocasión para hacer lo mismo,
metiendo mi lengua en su agujero.
- ¡Qué cabrones! Me estáis poniedo el culo a cien – acertó a decir Rudy, mientras el capitán y nos alternábamos comiéndonos su delicioso culo
- Tranquilo grandullón, que ahora te voy a meter algo más gordo, para que te relajes – dijo mi capitán, antes de soltar un sonoro escupitajo que empapó toda la zona anal de Rudy – Abre bien los esfínteres porque te la voy a clavar hasta el fondo.
Dicho y hecho. Oskar colocó el hermoso capullo
de su herramienta en la entrada de la cueva y tras un golpe seco de cadera, se
la metió hasta al fondo. Rudy dio un bufido, pero siguió a lo que estaba, es
decir, comiéndome el rabo.
Oskar embestía con la fuerza de un toro, pero
todavía tenía tiempo de acercarse a mi rostro para morrearme la boca. La
follada duró varios minutos, hasta que Oskar, sudoroso, me dio una palmada en
el hombro y me dijo:
- Ahora te toca a ti, chavalote. Tengo la estaca a punto de
reventar, pero quiero probar ese culo tan tremendo que tienes
Rudy se levantó y ocupé su lugar. Levanté las piernas y se agachó ante
mí. Al igual que con Rudy soltó un escupitajo y
me humedeció el ojete. Se agachó todavía más y su lengua empezó a
esparcir su saliva dentro de mi culo. Yo creía que me volvía loco y lo único
que deseaba era que me follara de una vez.
Después de un buen masaje anal, se levantó y me
sonrió maliciosamente
- Ahora ya estás preparado para recibir mi estaca. Espero no hacerte daño, pero estoy tan caliente y no sé si podré parar.
- ¡Fólleme, señor! – imploré a mi capitán
No tuve que esperar mucho, porque el capitán se
puso de pies, agarró bien mis piernas y después de colocar su polla en la
entrada de mi cueva, y a diferencia de lo que habías hecho con Rudy, empezó a
metérmela muy suavemente.
A pesar de ello, dio un pequeño respingo, pero
en seguida me relajé y una vez que la tuve bien dentro, empecé a gozar. Empezó
a bombearme, también suavemente, pero poco a poco las embestidas fueron cada
vez más fuertes.
- Así, campeón, tienes un culo increíble. Es perfecto para
deslizar mi polla arriba y abajo
Mientras Oskar me follaba el culo. Rudy
aposentó su enorme culo sobre mi cara. Yo saqué lengua y empecé a chupar su
ojete. La escena era un verdadero sueño para mí: enculado por un tiarrón,
mientras saboreaba el culo de otro.
Después de varios e intensos minutos, Oskar sacó
la polla de m interior y dándome una fuerte palmada en el culo, me hizo
entender que me pusiese a cuatros patas. Obedecí sin rechistar y en pocos
segundos era Rudy el que tenía su pollón en la entrada de mi caverna.
Rudy no fue tan condescendiente como Oskar y me
la clavó entera de una sola estocada, después de darme una fuerte palmada en el
culo. A continuación empezó a bombearme con fuerza, con la fuerza de un
verdadero semental.
Oskar no se quedó quieto y me ofreció su pollón
mientras Rudy me follaba. Ya tenía los dos orificios llenos de carne. Era un
sueño que se había hecho realidad. Follar con aquellos dos mastodontes era algo
que nunca hubiera imaginado que pudiera casa.
Mientras Rudy seguía a lo suyo, montándome sin
compasión, Oskar se dio la vuelta y me ofreció su enorme y peludo culo. Agarré
con fuerza su ancha cintura y metí la cabeza entre sus nalgas, hundiendo mi
lengua en lo mas profundo de su culo. Empezó a bufar de placer, mientras le
lamía una y otra vez las paredes y el agujero de su caverna
- Si eres capaz de hacer esto con la lengua, no me imagino lo
que serás capaz de hacer con el rabo – acertó a decir Oskar, satisfecho por el
trabajo que le estaba haciendo.
Los tres estábamos exhaustos y sudorosos
después de tanta faena, pero aún queríamos más. Estaba disfrutando a tope de
aquellos dos hombretones pero aún me faltaba la guinda, follármelos como me
habían follado a mí.
- Estoy a punto de correrme, pero antes quiero que me folles,
sentir tu polla de joven semental dentro de mí – dijo Rudy, sacándose la
herramienta de mi culo
- No sé si tendré mecha para los dos – bromee mientras me ponía erguido
- Seguro que sí, que tienes abundante leche en las pelotas para los dos – respondió Rudy.
Me sentí muy halagado con esas palabras. Tenía la sensación de que los tenía a mi merced y eso me excitaba mucho.
Los dos se pusieron delante de mí a cuatro patas. Vistos desde atrás parecían dos auténticos bisontes. En esa posición, empecé a abofetear las nalgas de Rudy, que estaban tan duras como el resto de su cuerpo. Hice lo mismo con Oskar, para que no se sintiese celoso. Rudy se agarró con sus manos las nalgas para separarlas y un boquete peludo apareció ante mismo ojo. Yo no podía aguantar más por lo que tras apoyar la punta del nabo en la entrada de su orificio, empecé a introducirlo. Al principio se resistió un poco, pero enseguida ya estaba alojado en el interior de sus entrañas. Como los dos capitanes me habían embestido como dos auténticas fieras, yo no quería ser menos. Por ellos me puse manos a la obra, empujando mi cintura con todas mis fuerzas.
Sin parar de embestir a Rudy, mojé con saliva
el dedo corazón y el dedo índice de mi mano izquierda y los introduje
suavemente en el ojete de mi capitán, empezando un masaje con movimientos
circulares. Por sus gemidos estaba claro que le estaba gustando el tratamiento.
Pero como sabía que querría más, después de un buen rato, saqué mi polla del
interior de Rudy y embestí a Oskar, que recibió con un gemido de aprobación la
llegada de mi herramienta. Y esta vez ere Rudy el que disfrutaba de mis dedos.
Aquel juego de cambiar de culo duró como unos diez minutos, hasta que yo no pude aguantarme más.
- Voy a correrme, cabrones – acerté a decir antes de morderme
los labios
Noté como un chorro de semen salía de mis
pelotas y tras recorrer mi polla, explotó dentro del culo de Oskar, mi capitán,
que era al que le tocaba en aquel momento. Y aunque la leche ya había salido
seguía empujando contra su culo, como si
quisiese que aquello no acabase nunca. Y todavía tuve fuerzas para meter
la polla en el culo de Rudy y dejar allí las últimas gotas de mi corrida.
- Ha sido brutal, cabronazo – dijo Oskar, mientras yo caía
exhausto en el suelo.
En ese momento, los dos capitanes se pusieron
de pies y empezaron a pajearse con fuerza, al mismo tiempo que se comían la
boca entre ellos. Y después de un sonido gutural que salió de sus gargantas,
empezaron a soltar, casi a la vez, un
torrente de leche sobre mi cara y mi pecho. Cada uno de ellos soltó varios chorretones
de semen, espeso y calentito que yo esparcí suavamente sobre mi pecho y mi
barriga.
- Ha sido el mejor polvo que he echado en mucho tiempo – dijo Oskar-
- Ahora ya sabes lo que es el “cuarto tiempo” del rugby, campeón – añadió Rudy, mientras derramaba sobre mí las últimas gotas de su bestial corrida - ¿Qué te ha parecido?
- Lo mejor del partido – contesté enseguida, provocando la carcajada de los dos mastodontes
Al poco tiempo, estábamos los tres en la ducha
y pronto comenzó otra vez el jolgorio … era el “quinto tiempo”
PINONE




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